VIAJE A CURITIBA




Hace unos dos años, Fernando Aguera, director del Simposio de Guitarra de Curitiba, me invitó a participar del Simposio que estaba previsto celebrarse en Diciembre de 2015. Nuestro común amigo, John Mills, le había facilitado mi contacto pues también él iba a asistir al evento para dar un concierto y una master class.
Así fue como el 4 de Diciembre de 2015 emprendí ese viaje, en principio agotador pues, después de 11 horas y media de trayecto,  tuve que hacer escala en Sao Paulo, donde me habían reservado un hotel para pasar la noche para después coger el vuelo de las 6 de la mañana. Fernando y Fabio me recogieron en el aeropuerto de Curitiba, y después de instalarme en el hotel, Fernando y su novia Melissa me acompañaron durante todo el día para que me mantuviera despierta y entretenida para superar el jet-lag inevitable. Por la noche cenamos con John Mills, y se nos unieron Fabio y su mujer Chris.
El domingo fui a visitar con Rodolfo, un amigo de Fernando, y dos estudiantes de la EMBAP (Escuela de Música y Bellas Artes de Paraná),  un mercadillo al aire libre bajo una lluvia torrencial. La verdad es que en Curitiba, al parecer, llueve continuamente. Sin embargo, yo tuve la buena suerte de que sólo llovió ese día, y los demás pude disfrutar de una temperatura de lo más agradable.
El lunes 6 se llevó a cabo la ceremonia de apertura del Simposio con un maravilloso concierto de John Mills que levantó al público en los dos bises, y si no hubo más fue porque John advirtió, con su encanto británico habitual, de que el último era el úlitimo de verdad. Y nos dejó a todos flotando el resto de la noche con las notas llenas de color de las piezas que tocó.
Me causó un gran placer ver la afición a la guitarra que hay en esa tierra y el gran sentido musical. Pero, como en tantos otros sitios,  no disponen de suficientes medios y ayudas para llevar a cabo un simposio que ya lleva 8 años celebrándose gracias al esfuerzo de todos los que, desinteresadamente, lo organizan. Lo que se llama “por amor al arte”. Y por amor al arte estábamos todos allí haciendo nuestra aportación. 
Gustavo Arias, mi distribuidor de Paraguay, con sus ayudantes   Roberto y Raúl          llegaron el domingo, y expusieron mis guitarras en una sala de la EMBAP que habilitaron para que los interesados pudieran probarlas. Lo cierto es que había momentos en los que nos teníamos que salir de la habitación porque no cabíamos todos, de la cantidad de afluencia que había.  Asimismo, Gustavo llevó una guitarra Conservatorio para dejarla en la Escuela con objeto de que los estudiantes puedan utilizarla.
El nivel y la calidad musical de los alumnos a los que tuve el placer de escuchar me pareció verdaderamente impresionante. Y disfruté mucho de los ratos en los que pude asistir a la master class de John, y ver con qué respeto y delicadeza trataba a sus alumnos. Al corregirles, y como explicaba de qué forma podían mejorar su técnica y porqué era necesario, en su opinión, rectificar. Siempre me resulta admirable ver cómo un guitarrista de su talla puede ser tan humilde y cercano, sin intentar jamás ponerse por encima de nadie.
Algo interesante es que en Curitiba es raro beber vino. Estuvimos buscando un sitio donde tomarnos un vino tinto y fue una tarea bastante difícil, así que finalmente optamos por pedir permiso en el restaurante del hotel para comprar una botella de vino en un supermercado y llevarla para tomarla en nuestras cenas. Afortunadamente aceptaron nuestra propuesta, y tuvimos nuestro buen vino tinto dispuesto para disfrutarlo en compañía de nuestros amigos que, no obstante, preferían la cerveza, pero para complacernos hicieron una excepción y brindaron con nosotros por un simposio feliz y exitoso.
El día 10 Fabio me llevó al aeropuerto, y disfruté de un viaje mucho más cómodo que a la ida, ya que la escala en Sao Paulo fue  breve y no necesité pasar la noche allí.



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